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martes, 1 de mayo de 2012

Calidad y Excelencia política

Una vez realizadas las presentaciones y planteado el objeto del blog, vamos a dedicar esta entrada a discutir la profunda diferencia conceptual existente entre estos dos términos y las particularidades que presenta su aplicación en el espinoso ámbito de la política.

En el blog dedicado a la Empresa ya hemos analizado el significado genérico de ambos términos y hemos establecido que la Calidad es eficacia y, de forma un tanto simplificadora, que la Excelencia es eficiencia. También hemos concluido que, en este ámbito, ambos términos se han empleado de forma tan superficial y rutinaria que han quedado prácticamente vacíos de contenido.

La primera puntualización que debemos hacer es que nos vamos a referir a la Calidad y la Excelencia de “los políticos”, dejando muy claro que el entrecomillado no tiene ningún carácter peyorativo ni pretende encasillarlos en clase o casta alguna. Se trata de enfatizar que son los sujetos (tómese el término en su acepción culta “asunto o materia sobre el que se habla o escribe” y no en la peyorativa “persona despreciable, gente de poca monta”. En ambos casos, RAE dixit) que “hacen” la política (lo que me pedía el cuerpo era haber escrito “ejecutan” pero, con total seguridad, se habría malentendido).

NOTA: La verdad es que no sé si ha sido una buena idea clarificar tanto el tema. Si se han perdido, intenten leer de nuevo el párrafo anterior sin los paréntesis.

Pues bien, una vez reducida la política al ámbito personal, resulta del todo punto poco práctico (además de imposible) orientar mis reflexiones a todos los políticos (con nombre y apellidos) responsables directos o indirectos de los sucesos (tómese también “suceso” en el mejor sentido de la palabra) que serán objeto de atención en el blog. Queda justificado así que el sujeto pase a ser colectivo, personificado en los entes que “hacen política”, con la condición de que sus miembros lo sean de forma voluntaria (nadie se hace “político” por obligación). Esto incluye al Gobierno, a las Autonomías, a los Partidos políticos, al resto de administraciones públicas y a los entes subvencionados. En resumen, a todos los que viven (total o parcialmente) del erario público.

A todos ellos, les aplicaremos el tratamiento de Empresas (de hecho lo son, aunque a muchos no les guste o, mas bien, no les convenga). Por lo tanto, todo lo planteado en Calidad y Excelencia empresarial les es aplicable, con las siguientes excepciones:

  • Sus requisitos son los Presupuestos generales, los Programas electorales, los Estatutos y cualquier otro documento público que establezca sus compromisos con los clientes.
  • Sus clientes siempre son la sociedad en su conjunto, de la cual (como cualquier Empresa que se precie) aspiran a la satisfacción de sus necesidades y, si hablamos de Excelencia, de sus expectativas.
  • Por último, por su condición de públicas, quedan exentas de la obtención y reparto de beneficios personales (tema indudablemente espinoso).

Esto es Calidad y Excelencia Política (si todo lo anterior se cumple, la “política” se ha ganado la mayúscula).

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